La muerte me tiene celos
desde el mismo día que nos vio
paseando de la mano
declarándote mi amor
¿Por qué la misma muerte,
la muerte me negó?
¿Fué la única manera
de separarnos que encontró?
J.A.M.F
jueves, 20 de octubre de 2011
domingo, 16 de octubre de 2011
El secreto de Laura
Era una tarde fría y nublada. Apenas se vislumbraba algún rayo de sol. Perfecto para ella. Así ningún vecino la vería salir ni entrar.
Al salir de su casa sus piernas empezaron a andar, llevándola, arrastrándola, como si ella no fuese dueña de su cuerpo. En veinte minutos estaba delante de aquella puerta, una puerta negra, sucia, igual que el callejón en el que se encontraba.
Sus manos, sin pensar, abrieron la puerta, y sus piernas tiraron de ella hacia dentro.
El dueño, al oír abrirse la puerta, se giró sobre sí mismo y abrió los ojos de par en par.
No, no podía ser.
Aquella mujer otra vez.
Recordó el impacto que esa cara angelical le produjo la primera vez que la vio. Ella, sin titubear, se dirigió al apartado que se encontraba al final del local. El dueño rápidamente siguió sus pasos y se introdujo en el apartado.
Él temía que le pidiese lo de la otra vez, pero estaba casi seguro que así sería. Si no, ¿qué sentido tenía que aquella mujer se encontrase allí de nuevo?
Sus sospechas quedaron confirmadas cuando al acercarse a ella rápidamente , como una bestia rabiosa, le ordenó con un gesto aquello que quería.
¿Qué podía hacer él delante de aquella criatura? Nada más que obedecer, por mucho que a él le doliese ver que aquella joven sucumbía de nuevo.
Su cara ya no era la misma. Su boca, ahora salivante, y sus ojos brillantes le decían que tenía que hacer lo que él, antes su padre y su abuelo, estaban obligados a hacer.
Sin más remedio se dirigió al nuevo, un chiquillo de apenas diecinueve años que acababa de empezar a trabajar con él cuando sus padres murieron en un accidente.
Con cara de pena le mandó al reservado. Cuando el dueño se atrevió a dirigirse allí, comprobó cómo aquella joven ya le había devorado el cuello y se disponía a atacar sobre un muslo.
Aquella criatura hermosa con aspecto angelical había pasado a convertirse en una bestia ansiosa. En ese momento sólo le importaba devorar.
El dueño se quedó perplejo cuando ella levantó la cabeza y clavó sus ojos en él.
Sin para de tragar, le gritó:
-¡Otro pollo con patatas!¡Ya!
J.A.M.F
Al salir de su casa sus piernas empezaron a andar, llevándola, arrastrándola, como si ella no fuese dueña de su cuerpo. En veinte minutos estaba delante de aquella puerta, una puerta negra, sucia, igual que el callejón en el que se encontraba.
Sus manos, sin pensar, abrieron la puerta, y sus piernas tiraron de ella hacia dentro.
El dueño, al oír abrirse la puerta, se giró sobre sí mismo y abrió los ojos de par en par.
No, no podía ser.
Aquella mujer otra vez.
Recordó el impacto que esa cara angelical le produjo la primera vez que la vio. Ella, sin titubear, se dirigió al apartado que se encontraba al final del local. El dueño rápidamente siguió sus pasos y se introdujo en el apartado.
Él temía que le pidiese lo de la otra vez, pero estaba casi seguro que así sería. Si no, ¿qué sentido tenía que aquella mujer se encontrase allí de nuevo?
Sus sospechas quedaron confirmadas cuando al acercarse a ella rápidamente , como una bestia rabiosa, le ordenó con un gesto aquello que quería.
¿Qué podía hacer él delante de aquella criatura? Nada más que obedecer, por mucho que a él le doliese ver que aquella joven sucumbía de nuevo.
Su cara ya no era la misma. Su boca, ahora salivante, y sus ojos brillantes le decían que tenía que hacer lo que él, antes su padre y su abuelo, estaban obligados a hacer.
Sin más remedio se dirigió al nuevo, un chiquillo de apenas diecinueve años que acababa de empezar a trabajar con él cuando sus padres murieron en un accidente.
Con cara de pena le mandó al reservado. Cuando el dueño se atrevió a dirigirse allí, comprobó cómo aquella joven ya le había devorado el cuello y se disponía a atacar sobre un muslo.
Aquella criatura hermosa con aspecto angelical había pasado a convertirse en una bestia ansiosa. En ese momento sólo le importaba devorar.
El dueño se quedó perplejo cuando ella levantó la cabeza y clavó sus ojos en él.
Sin para de tragar, le gritó:
-¡Otro pollo con patatas!¡Ya!
J.A.M.F
sábado, 15 de octubre de 2011
Baja Colateral
Kevin dice:
- Hola, Said. Soy Kevin y tengo 10 años, como tú. Te escribo por el Facebook para decirte que siento mucho lo de tu padre. Mi papá me explicó que lo que le pasó sucede muchas veces, pero que es normal y no se puede hacer nada. Me ha dicho que se llama daño colateral.
Said dice:
- Hola Kevin y gracias, pero no sé quién eres.
Kevin dice:
- Mi papá estaba allí el día que murió tu padre.
Said dice:
- ¿Era amigo de mi padre?
Kevin dice:
- No, no le conocía. Mi papá llevaba en tu pais sólo cinco días.
Said dice:
- Ah, vale.
Kevin dice:
- Mi papá me ha contado que ese día iban en un Convoy y fueron atacados, y en el tiroteo fue dónde murió tu padre.
Said dice:
- Pero mi papá no tenía armas. Sólo llevaba a mi hermana al trabajo.
Kevin dice:
- Ya, por eso dice mi papá que se llama baja colateral, porque no le querían hacer daño. Sólo os estaban defendiendo de los malos.
Said dice:
- ¿Los malos?
Kevin dice:
- Sí, los malos. Son los que os hacen daño. Por eso mi país ha mandado al ejército, para defenderos.
Said dice:
- Ya, pero si tu papá fue el que mató al mío, entonces tu papá es el malo.
Kevin dice:
- No, no. Los malos son los otros.
Said dice:
- ¿Quienes son los otros?
Kevin dice:
- Los que no nos hacen caso.
J.A.M.F.
- Hola, Said. Soy Kevin y tengo 10 años, como tú. Te escribo por el Facebook para decirte que siento mucho lo de tu padre. Mi papá me explicó que lo que le pasó sucede muchas veces, pero que es normal y no se puede hacer nada. Me ha dicho que se llama daño colateral.
Said dice:
- Hola Kevin y gracias, pero no sé quién eres.
Kevin dice:
- Mi papá estaba allí el día que murió tu padre.
Said dice:
- ¿Era amigo de mi padre?
Kevin dice:
- No, no le conocía. Mi papá llevaba en tu pais sólo cinco días.
Said dice:
- Ah, vale.
Kevin dice:
- Mi papá me ha contado que ese día iban en un Convoy y fueron atacados, y en el tiroteo fue dónde murió tu padre.
Said dice:
- Pero mi papá no tenía armas. Sólo llevaba a mi hermana al trabajo.
Kevin dice:
- Ya, por eso dice mi papá que se llama baja colateral, porque no le querían hacer daño. Sólo os estaban defendiendo de los malos.
Said dice:
- ¿Los malos?
Kevin dice:
- Sí, los malos. Son los que os hacen daño. Por eso mi país ha mandado al ejército, para defenderos.
Said dice:
- Ya, pero si tu papá fue el que mató al mío, entonces tu papá es el malo.
Kevin dice:
- No, no. Los malos son los otros.
Said dice:
- ¿Quienes son los otros?
Kevin dice:
- Los que no nos hacen caso.
J.A.M.F.
miércoles, 12 de octubre de 2011
¡Oh, pobre poeta!
¡Oh, pobre poeta!
Cuánto sufrimiento pasado
para que tus pensamientos
puedan desgarrar mi corazón.
Cuántas noches en vela
tu cuerpo sufrió
porque tu pensamiento
hasta el último aliento te quitó.
¡Oh, pobre poeta!
Tus palabras nos dan vida,
esperanza o desilusión,
todo lo que un día
brotó de tu corazón.
¡Oh, pobre poeta!
(c) J.A.M.F
Cuánto sufrimiento pasado
para que tus pensamientos
puedan desgarrar mi corazón.
Cuántas noches en vela
tu cuerpo sufrió
porque tu pensamiento
hasta el último aliento te quitó.
¡Oh, pobre poeta!
Tus palabras nos dan vida,
esperanza o desilusión,
todo lo que un día
brotó de tu corazón.
¡Oh, pobre poeta!
(c) J.A.M.F
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